Cuando iniciamos un procedimiento de separación o divorcio, como norma general, estamos en un momento vulnerable. No sabemos por dónde empezar y el futuro nos angustia.
Si tenemos hij@s nos encontramos con el añadido que la otra parte, el otro progenitor o progenitora, va a ser parte de nuestra historia nos guste o no.
Para mantener un tono conciliador y llegar a acuerdos desde nuestra parte Adulta, es decir, despojándonos de emociones como el miedo, la culpa o la ira, la mejor manera es saber como gestionarlas.
Algunas estrategias son:
- Informarte bien de la situación, de tus derechos y obligaciones. La información es poder. De esta manera muchos miedos se disuelven y es más fácil mantener la calma.
- Preparar el convenio regulador : antes de iniciar una negociación hay que saber bien qué queremos.
- Buscar la documentación necesaria que el profesional te pedirá.
- Buena comunicación: si aún estamos viviendo con la persona de la que nos queremos separar, es importante que, en casa, guardemos las formas, respiremos mucho antes de contestar y vayamos a dar un paseo para rebajar tensión. Es importante que el abogado o la abogada que hayamos elegido esté disponible ante dudas a horas intempestivas. Una duda pequeña puede hacerse una montaña al cabo de las horas.
- Ser flexible: No hay que confundir ser flexible con claudicar en todo. Siendo flexible en la toma de decisiones ambas partes ganan.
- Pensar en el bienestar del menor. Esta es la primera premisa SIEMPRE.
La separación amistosa o de mutuo acuerdo, debe ser un win-win para ambos progenitores. Significa que las partes toman las riendas de su acuerdo.
Si una de las partes es inflexible y propone acuerdos inviables, se acudirá a la vía contenciosa.