En los procesos de separación y divorcio las emociones están a flor de piel. Es normal que a veces nos dejemos llevar por ellas y cometamos errores. Con este artículo quiero mostrarte los más comunes y ayudarte para que no se cometan.
No contar con un abogado de familia especializado.
Desde el momento que decidimos separarnos hay que acudir a un abogado especializado. El profesional nos indicará qué debemos hacer y qué no; nos dirá las posibilidades que hay en nuestro caso y la prueba con la que debemos contar.
Tomar decisiones desde la culpa, rabia o miedo.
Estas emociones son las que están más presentes en el proceso de separación o divorcio. Culpa si hemos tomado la decisión (sobre todo si hay terceras personas); rabia si somos los que no contábamos con este proceso en nuestra vida o si nos han sido infieles y miedo si creemos que perdemos a nuestros hij@s o nuestra seguridad económica. Hay que vaciar estas emociones y tomar las decisiones desde el adulto que llevamos dentro, aquél que analizará la situación de manera objetiva, mirando el futuro. Es muy importante el acompañamiento de una abogada que sepa acompañar al cliente o a la clienta con empatía y seguridad.
Enviar mensajes de texto, whatsapps, o mails subidos de tono.
Al hilo del anterior error, es común que, tomados por estas emociones, enviemos mensajes manifestando nuestra voluntad. Todos estos mensajes son la prueba estrella en un juicio, así que mejor hablar las cosas entre abogados (que son confidenciales y no podrán usarse en juicio) y de manera verbal lo que tengamos que hablar con la otra parte.
No considerar todas las opciones de guarda.
Las guardas pueden realizarse de maneras más amplias de lo que hemos escuchado. Por ejemplo, una guarda compartida no significa estar el 50% del tiempo con cada uno de los progenitores, sino que podemos buscar muchas alternativas que se adapten a la situación familiar de cada uno de los progenitores, siempre pensando en el interés superior del menor.
Abandonar el domicilio familiar sin firmar un acuerdo.
Soy consciente de lo difícil que es convivir con el otro en situaciones así pero, si se quiere pedir la custodia compartida, lo mejor es seguir en casa hasta que hayan pactos firmados. En caso de ser inaguantable la situación, hay que buscar otra vivienda y que esté cerca del domicilio familiar. Ir a casa de los padres o de un amigo no ayudará.
No tener prueba de la economía de casa.
Es importante saber cuál es nuestra situación financiera, nuestros derechos si hemos estado trabajando para la casa y los menores y nuestras obligaciones. Tener detalle de los gastos y justificante de los mismos ayudará.
Firmar un acuerdo para acabar rápido el proceso.
La situación en estos procesos puede ser muy tensa. Puede que no veamos a nuestros hijos porque la otra parte no lo permite hasta que no firmemos o que queramos irnos ya de casa o que se vaya la otra parte, en fin, diversas situaciones que no son placenteras para nadie que conozca. Por este motivo, exhaustos y abrumados por la situación, firmamos un convenio que no nos convencía.
Con el paso de los meses, una de las partes quiere modificar estos convenios. Hay que ser conscientes que estos convenios, firmados voluntariamente, sólo podrán modificarse si existe un cambio sustancial en las circunstancias desde que firmamos el convenio hasta la modificación. Un abogado especializado en familia te ayudará a contemplar todos los escenarios que pueden darse y así podrás tomar una decisión que se ajuste a tu situación.
Falta de plazo determinado para el uso y disfrute de la vivienda familiar.
En el supuesto que una de las partes se quede con el uso del domicilio familiar, debe concretarse hasta cuándo. No puede dejarse la fecha sine die. Podemos manifestar hasta la mayoría de edad de los menores o bien, hasta la venta del bien inmueble.
Solo estando en manos de una buena abogada de familia podrás evitar muchos de los errores descritos.